No le bullan al pueblo. Ya le bulleron.
Por: José Luis Huape Rodríguez
Lo que inició como una reunión temporal, inestable, anónima, amorfa, con foco de atención común, se ha convertido en un movimiento ciudadano que se organiza con el paso de los días.
Cálculos conservadores señalan que el 12 de enero marcharon y protestaron alrededor de 12 mil cachanillas; en tanto el día 15 lo hicieron cerca de 60 mil.
El fenómeno ha desconcertado a propios y extraños porque acontece en una ciudad donde sus habitantes históricamente se mantienen en su zona de confort, en una comunidad donde el individualismo tiene carta de naturalización.
Atónitos con el suceso, nos preguntamos sobre las “causas” del movimiento súbito de la sociedad mexicalense. Queremos saber cuál fue el fenómeno con fuerza suficiente para generar ese hecho insólito en esta localidad.
Una reflexión apresurada conduce a considerar que la movilización se debe al gasolinazo, la aprobación apresurada de la Ley del Agua, el incremento a la tasa del impuesto predial, las licitaciones de obra pública amañadas, el cambio innecesario de placas de circulación vehicular, los insultantes salarios y prestaciones de servidores públicos; el desmedido gasto corriente de los gobiernos municipal y estatal, las basificaciones de trabajadores por intereses mezquinos, el gasto social con enfoque clientelar, la costosa operación del aparato electoral, el endeudamiento público catastrófico, etcétera.
Obviamente esas son las consecuencias o efectos, mas no las causas del descontento expresado en la manifestación.
Indiscutiblemente es urgente que como sociedad civil nos aboquemos a combatir esas consecuencias perniciosas mediante acciones concertadas entre ciudadanía organizada y gobierno. Pero incuestionablemente es importante que a la par se combata enérgicamente las causas que generan esas acciones gubernamentales indeseables si queremos una solución a largo plazo, sobre todo que represente blindaje a la comunidad contra la tentación de repetir en el futuro esos atentados contra la ciudadanía.
Las causas de esos atropellos de gobierno son la corrupción e impunidad. La corrupción tiene múltiples formas de manifestarse, claro está las más conocidas son el soborno, extorsión, conflicto de interés y aprovechamiento de información privilegiada en beneficio privado.
Pero también son expresiones de corrupción la ineptitud para desempeñar un cargo público y la toma de decisiones contrarias al bien público común de la sociedad. Esta última forma en que se manifiesta la corrupción quizá es la de mayor perjuicio social.
Las decisiones torcidas en materia presupuestaria y gasto público permiten el dispendio de recursos y su orientación clientelar o para beneficiar a particulares. Ahí está una de las causas del gasolinazo, del incremento de impuestos y de otros abusos que provocaron que los mexicalenses salieran a la calle a protestar.
La creatividad del mexicalense debe aflorar en estos momentos para exigir al Congreso y Ejecutivo local que de manera urgente se reorienten los presupuestos de esos poderes y sobre todo que se instale una contraloría financiera ciudadana que vigile que el ejercicio del gasto público se haga con pulcritud. Lo mismo aplica al municipio de Mexicali.
Combatir la causa del problema es orientar y controlar el gasto público. En pocas palabras, el control de las finanzas públicas es la herramienta por excelencia para desapoderar a la clase política que no quiere entender que ¡ya basta! quiere decir ¡hasta aquí!
El movimiento ciudadano requiere de asesores en finanzas públicas, administración pública, derecho público, contabilidad gubernamental, negociación, entre otros, para que los planteamientos legítimos que presenten a los representantes de los tres niveles de gobierno estén debidamente justificados y fundados.
Los organismos gremiales no sólo deben llevar agua a su molino, también deben sumar esfuerzos con la muchedumbre organizada para lograr una reorganización legal, institucional, financiera de los tres órdenes de gobierno, para no tener que enfrentar gasolinazos, pérdida de poder adquisitivo, factores inflacionarios y otros lastres por malas decisiones de servidores públicos.
P.D. Los mexicalenses sólo queremos un gobierno honesto, eficiente y eficaz. ¿Acaso es mucho pedir?